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Impresoras 3D: ¿qué es, tipos y cuánto cuesta poner una impresora en casa?

En el mercado de impresoras 3D comerciales, destinadas al consumo casero, existen dos grandes tendencias: las de resina (conocidas por las siglas SLA) o las de filamentos (FDM). También existen impresoras 3D de metal, con un impacto significativo en la industria aeroespacial.

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Los adelantos en la tecnología de consumo han posibilitado en los últimos años la popularización de las impresoras 3D. Algunas de ellas, hasta hace poco, estaban limitadas a los círculos industriales. Hoy, en concreto, nos referimos a la impresión 3D, que en la última década se ha popularizado hasta el punto de que han surgido iniciativas de lo más variopintas, desde startups que proponen construir casas con grandes impresoras hasta proyectos que te permiten replicar mil y un personajes, naves y objetos del universo Star Wars. 

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Pero, ¿qué es la impresión 3D?

Vayamos a más básico para aquellos a los que esto de la impresión 3D todavía les suene a magia negra. Entendemos por impresoras 3D aquellas capaces de crear objetos tridimensionales, En otras palabras, sólo tienes un límite a la hora de imprimir: tu imaginación. Piezas pequeñas, objetos decorativos, joyas… no hay límite a la hora de imprimir aunque no es oro todo lo que reluce: los equipos todavía son caros, hay que ser un buen conocedor de la técnica y es un hobby que ha convivido relativamente mal con un primer hype que prometía grandes resultados casi sin mover un dedo.

impresión en 3d

Por ejemplo, es interesante saber de primeras que en el mercado de impresoras 3D comerciales, destinadas al consumo casero, existen dos grandes tendencias: las de resina (conocidas por las siglas SLA) o las de filamentos (FDM). También existen impresoras 3D de metal, con un impacto significativo en la industria aeroespacial, por ejemplo, pero sus precios todavía son desorbitados.

¿Filamento o Resina? Diferencias

De vuelta a la tierra, la diferencia entre los dos modelos citados estriba en los materiales empleados y en la calidad de los modelos lo que, ya te habrás podido imaginar, tiene un impacto en el precio.

Impresoras 3D de Filamento (FDM)

Las de filamentos funcionan introduciendo un hilo con diferentes componentes, similar a una bobina de hilo para una máquina de coser, que es el que, capa a capa, va dando forma a nuestras creaciones. Aquí puede que os suenen algunos de los materiales más comunes, los llamados plásticos PLA y ABS que son comunes en muchos juguetes, pero hay filamentos de todo tipo, incluidos de materiales que podrían parecer poco comunes en este hobby como la madera o el corcho.

Estas impresoras de filamento en realidad son las más comunes a nivel usuario amateur. Requieren menos especialización en el proceso de impresión de 3D y son más económicas que las de resina. No obstante, son menos precisas y con resultados algo más rudimentarios. 

Impresoras 3D de Resina (SLA)

En esta tipo de impresoras introducimos una resina líquida que, gracias al uso de un láser, va creando las capas. El gran problema de las resinas, a diferencia de los filamentos, es que suelen ser más limitadas y en muchos casos hay que hacerse con las del mismo fabricante de la máquina, como sucedía antiguamente con los cartuchos de tinta de las impresoras convencionales. Os podéis imaginar, claro, que en este aspecto las impresoras de filamentos son más económicas y sus materiales también son más generosos con el bolsillo.

Pero la gran diferencia radica en el acabado de los objetos. A estas alturas ya os habréis hecho a la idea de que una impresora de filamentos es más económica pero sus resultados no serán tan precisos como los de una de resina. En este apartado lo que interesa tener en cuenta es el grosor mínimo de las capas que pueden crear cada una de ellas: en las de filamentos suele estar entre 0,5mm y 0,127mm pero si nos vamos a las de resina ese grosor va de 0,05mm a 0,01mm. 

El truco en este punto radica en la precisión con la que trabajan las impresoras de resina. El láser encargado de inyectar el material es mucho más fino lo que permite ese acabado mientras que las de filamentos dependen del grosor del material, por un lado, y por los movimientos en cada eje que haga el extrusor. Esto también permite que las superficies sean más lisas y que el acabado final tenga más empaque en una máquina de resina que en una de filamentos. 

¿Cuál me compro?

Como en todo hobby que se precie, el límite a la hora de rascarte el bolsillo lo pones tú. Y como suele ser habitual a la hora de iniciarse, lo mejor es tratar de informarse al máximo antes de tomar una decisión. Piensa bien qué uso quieres darle a la máquina, cuánto la vas a usar y qué calidad esperas obtener de las piezas que imprimas.

Los llamados FabLabs o los espacios maker son lugares en los que puedes entrar en contacto con personas aficionadas a la impresión 3D que probablemente te puedan echar un cable y asesorar de manera pertinente. Además, es una buena forma de ver de primera mano el funcionamiento de las máquinas, comprender mejor su funcionamiento y hacerse una idea más precisa de lo que puedes llegar a fabricar con ellas.

Dicho esto, las alternativas más asequibles en el mercado después de todo lo expuesto en los párrafos anteriores son las de filamentos. En este segmento hay opciones para todos los gustos. Puedes comprar máquinas pensadas para que te las montes tú mismo, una opción que muchos expertos en la materia recomiendan para que ya desde el principio conozcas mejor los mecanismos que rigen las impresoras y te permitan afrontar mejor los problemas que encontrarás durante el camino. Esta Anet A8, por ejemplo, es una máquina muy económica (que incluso tiene una versión que ya viene montada) pero entre los 300 y los 600 euros tienes un amplio abanico de posibilidades.

Si buscas una buena relación coste-resultado, esta CoLiDo 1315 Plus es de las mejores en su categoría. Ocupa muy poco espacio y solo pesa 3,5 kg, por lo que es bastante amoldable a cualquier lugar de la casa. Cuenta con una resolución muy alta, bastante mejor que otras impresoras 3d de su misma categoría y con ella no tendrás que usar lacas, ya que sus piedas se adhieren bien a la plataformas y luego son fáciles de remover de ella.

Si quieres dar un salto de calidad te puedes ir a los modelos que Bq, por ejemplo uno de sus modelos con más éxito es la Witbox 2, que gracias a un nuevo extrusor, permiten utilizar una mayor variedad de filamentos como PLA, bronce, madera o cobre y hasta materiales flexibles.

¿Quieres optar por una de resina? Como hemos explicado con anterioridad, los precios son bastante más elevados y lanzarse de primeras a por una de ellas puede que no sea lo más aconsejable. Pero sólo por si te quieres hacer una idea, esta Form 2 se va por encima de los 2.500 euros.

¿Dónde encuentro modelos para imprimir?

Internet puede ser un lugar luminoso y lleno de maravillas… y en el ámbito de la impresión 3D esa máxima se cumple al dedillo. Probablemente la mayor comunidad de plantillas para objetos sea Thingiverse, una comunidad en la que podrías perderte durante semanas echando un vistazo a todos los contenidos subidos por aficionados a la impresión.

Tampoco está de más que antes de comenzar recibas algún tipo de formación en la materia. En Fab Academy tienes cursos que, aunque no son precisamente económicos, te darán unas bases más que sólidas para lanzarte a la impresión como todo un profesional. Porque esto no se trata sólo de replicar piezas creadas por otros sino que, con la creatividad y las ganas necesarias, uno mismo puede crearse aquello que necesite. Ya lo decíamos al principio: el único límite es la imaginación.

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