
Lo cierto es que para hacer buenas fotos no necesitamos de gran cosa. No obstante, hay algunos requisitos que podríamos definir casi como esenciales. Lo primero y más importante sería confiar en nuestros ojos. Estar atento al entorno es clave para dar con esa “fotografía perfecta” (si es que tal cosa existe). Lo segundo es tener un equipo bien cuidado. Además de mantener limpio su exterior y darle los menos mamporros posibles, también tenemos que estar atentos al sensor.
Con el uso y el paso del tiempo, el sensor de nuestra cámara acumula polvo, lo que provoca unas inesperadas manchas en nuestras fotografías. Por suerte, puedes limpiar tu cámara réflex y sus espejos y sensores sin dañarlos: con tan solo nuestras manos y unas buenas herramientas, podrás dejar el sensor de tu cámara como una patena ¡Ah! Y no te olvides de limpiar los objetivos de la cámara también.
¿Cómo sé cuándo debo limpiar el sensor?
Tu mismo lo notarás en tus capturas. Si tus fotos se encuentran llenas de pequeñas manchas, eso significa que es hora de hacer una limpieza. Por lo general, estas manchas suelen indicar la presencia de motas de polvo, algo muy habitual sobre todo si sueles cambiar de objetivos. Si aún así tienes dudas, haz una fotografía con apertura f/22 sobre una pared blanca: ahí se verá claramente si el sensor está sucio. Las motas de polvo también aparecerán en las fotografías que hagas al cielo.
Comprueba si tu cámara tiene limpieza automática
Las cámaras más modernas suelen incluir dentro de sus opciones una dedicada para limpiar el sensor. Sin embargo, tampoco te esperes que obre el milagro. Esta función servirá para deshacerte del polvo más evidente y así, evitar que aparezca en tus fotografías. Si la suciedad aún no desaparece, lo mejor será que pases a la limpieza manual.
Preparamos la cámara: así se accede al sensor
¿Te da aprehensión tocar el sensor de tu cámara? Es normal, se trata de un componente muy delicado, pero recuerda: siempre que lo trates con cuidado, no le pasará nada.
Para empezar, es recomendable que primero acudas al manual de instrucciones de tu cámara para saber cómo acceder al sensor. En el caso de una cámara mirrorless, bastará con retirar el objetivo. Por el contrario, en una réflex tendremos que dirigirnos al menú de nuestra cámara y luego, seleccionar la opción de limpieza del sensor. Después, selecciona limpiar manualmente. Esto hará que el sensor se vuelva accesible para limpiar.
Es muy importante que tengas en cuenta tu entorno. A la hora de proceder con la limpieza, coloca la cámara en un lugar cerrado y limpio, para que apenas se cuele polvo en el sensor.
Utiliza la pera de aire
Para eliminar el polvo del sensor, usaremos una pera de aire. Este pequeño instrumento nos servirá para eliminar las partículas de suciedad sin tocar la superficie del sensor. Ante todo, recuerda no soplar sobre el sensor como si se trataran de velas de cumpleaños. Después, sigue estos pasos:
- Sostén tu cámara hacia abajo, con la parte del sensor mirando al suelo.
- Con la pera, insufla aire hacia el sensor. No es necesario colocar la pera muy pegada a la cámara; simplemente mantén la distancia suficiente para que el aire pueda eliminar la suciedad.
La pera de aire también te será muy útil para quitar el polvo de los objetivos o de la cámara en general. Podrás encontrar peras de aire en kits de limpieza como el de Bresser BR-LP15.
Limpieza húmeda
Si la pera de aire te ha resultado insuficiente, siempre tendrás la opción de utilizar un limpiador para sensores en líquido. Los líquidos limpiadores (cómo este de Camgloss) suelen incluir varillas para que apliques el producto correctamente.
Llegados a este punto, observa la clase de sensor que tiene tu cámara (APS-C o Full Frame), ya que tendrás que usar un tipo de varilla u otra. No se trata de algo determinante, pero desde luego te facilitará aún más la limpieza. Después, aplica unas pequeñas gotas sobre la varilla y procede a limpiar el sensor, siempre en una misma dirección. Una vez que hayas terminado, recuerda desechar las varillas.

Revisión y reensamblaje
Cuando hayas acabado, examina con una lámpara el sensor. De esta forma, podrás ver si la superficie está limpia. No obstante, no te lo tomes como algo determinante: solo sabremos si está limpia de verdad cuando hagamos una foto. Monta de nuevo el objetivo en tu cámara y procede a hacer varias fotos. Si ves algo de suciedad, vuelve a repetir el proceso desde el principio.
Como ves, mantener el sensor limpio no es una tarea muy difícil. A pesar de lo engorroso que pueda parecer, de esta forma podrás conservar tu cámara casi como el primer día que la compraste. Y también te habrás ahorrado miles de manchas innecesarias en tus fotografías.