
Cuando hablamos de videojuegos, el ordenador personal sigue siendo un territorio casi exclusivo para Windows. No nos lo sacamos de la manga, lo dicen las estadísticas de Steam, principal plataforma de videojuegos para PC, y que aseguran que el 97,75% de sus jugadores lo hacen con equipos movidos por sistemas operativos de Microsoft (por un 1,41% de jugadores de Mac y un 0,84% de Linux).
Ese cerca de un 98% de jugadores que lo hace en Windows se divide en dos grandes grupos: Windows 10 y Windows 11. Los primeros son el mayor colectivo de jugadores en Steam, formando el 73,95%, mientras que los segundos reúnen a un 22,41% del total.
Resulta curioso comprobar como, un año y medio después de su lanzamiento, Windows 11 representa alrededor de una cuarta parte del pastel de Microsoft si nos referimos a jugones. Vistos estos datos, nos preguntamos qué sistema operativo es mejor a la hora de jugar a videojuegos.
La respuesta corta: Windows 11. ¿La respuesta larga? Los cambios en un buen número de medidores son pequeños y, además, es necesario contar con un hardware que no solo sea compatible con Windows 11 sino que además pueda explotar las bondades por las que este sistema operativo es más interesante para jugar que su antecesor. Veamos estos puntos en profundidad.
Qué dicen los datos sobre la comparación entre Windows 10 y Windows 11
Es importante tener en cuenta que Windows 11 es un sistema operativo continuista, que no supone una ruptura sobre lo hecho en el pasado. El hecho de usar el kernel NT 10.0, el mismo que su antecesor, permite una transición mucho menos traumática que las se habían vivido en el pasado. Esto también implica que no vas a encontrar grandes cambios al pasar de uno a otro. Piensa en la actualización del sistema operativo de tu móvil de un año a otro: lo que hace una década cambiaba de manera significativa, hoy se limita a pequeños cambios que no alteran en exceso la experiencia de uso.
Los primeros benchmarks que se publicaron en su momento no dejaron en un gran lugar a Windows 11 respecto a su antecesor. En este enlace de Tom’s Hardware puedes ver como en la mayoría de las comparaciones es Windows 10 quien recibía mejores puntuaciones pero si te fijas en la letra pequeña verás que son mínimas. También es cierto que este texto, escrito en diciembre de 2021, ha envejecido: la llegada de nuevos procesadores, nuevas gráficas, nuevos monitores y nuevos discos duros SSD han permitido que tanto en términos de rendimiento puro como en apariencia, Windows 11 haya dado la vuelta a la tortilla, aunque sin suponer un cambio radical.
Discos duros que vuelan, juegos en HDR y en modo ventana
Dos de las características más interesantes que puedes encontrar en Windows 11 respecto a Windows 10 se llaman DirectStorage y el modo Auto High Dynamic Range. El primero es un añadido que ya apareció en la última generación de consolas Xbox y que se aprovecha de la velocidad a la que trabajan los discos duros SSD para reducir los tiempos de carga y las esperas al cargar tus juegos favoritos. Pero, cuidado, porque es necesario conocer bien los detalles para saber si es posible usarlo: los juegos deben haberse programado con esta característica en mente, el ordenador debe contar con un SSD NVMe de por lo menos 64GB de espacio y una tarjeta gráfica compatible con DirectX 12. El tema gráfico es importante, ya que esta tecnología permite descomprimir imágenes usando el disco duro, en lugar de la CPU, lo que tiene un efecto doble: reduce la carga del procesador y mejora el rendimiento del juego.
Y hablando de aspecto visual, un segundo apartado tiene que ver el modo HDR, ese por el que los contenidos se muestran con una mejor iluminación, realzando las zonas más oscuras y atenuando las más claras para que todo el contenido resalte en su conjunto. Windows 11 viene equipado de serie con un modo que ajusta estos valores para que todos los juegos que se ejecuten se vean en HDR, aunque en su día no se hubieran programado así. La contrapartida, eso sí, es que es necesario contar con un monitor compatible con HDR para poder disfrutar de esta tecnología.
Un último aspecto interesante es la posibilidad de poder jugar a juegos que soportan DirectX 10 y 11 en modo ventana sin latencia alguna. Una funcionalidad interesante si tu equipo cuenta con varios monitores y necesitas consultar información en una pantalla adicional, ya que evita que el juego se minimice durante la partida.
¿Me paso a Windows 11?
Como suele suceder con estas preguntas, la respuesta depende de cada caso. En el debate entre Windows 10 y Windows 11, y después de lo visto, es más o menos seguro afirmar que merece la pena el cambio si cuentas con el hardware necesario para sacar partido de todas sus ventajas. Si, por el contrario, no cuentas con un disco duro compatible o un monitor que pueda potenciar el componente HDR, es recomendable que te mantengas con Windows 10, ni que sea por un puro factor económico. Eso sí, hazte a la idea de que, con los años, será inevitable hacer esa transición hacia Windows 11.