
Desde que el ocio interactivo se asentó en los hogares caseros allá hacia mediados de los años setenta, una pregunta ha generado un debate interminable entre jugones de todo tipo: ¿cuál es la mejor plataforma para jugar? Los defensores del PC y los de las consolas se han cansado de tirarse los trastos a la cabeza durante décadas, aunque en este texto vamos a intentar analizar con cierta distancia cuáles son los pros y contras de cada una de estas plataformas y cuál de ellas te puede interesar más.
Nos vamos a fijar en aspectos como el precio, la vida útil, los conocimientos previos que tenga que tener el usuario, la capacidad de mejorar los componentes o los catálogos de juegos. Los repasamos a continuación:
Ventajas de jugar en una consola
Simplicidad y facilidad de uso y catálogo podrían ser dos de los principales argumentos para decantarse por una consola, especialmente hace unos años. Pero como vamos a ver en repetidas ocasiones, algunas líneas, como la del catálogo, cada vez se están difuminando más. A grandes rasgos, una consola es la máquina de videojuegos más sencilla y más fácil de usar. Es un artilugio plug & play de cabo a rabo: bastante con sacarla de la caja, conectarla a la corriente, a la televisión vía HDMI, tener un mando con batería o pilas cargadas y configurar una conexión a la red vía wifi o por cable. Con estos cuatro elementos, podemos lanzarnos a jugar en cualquier momento.
A favor de las consolas juega un precio más reducido (de salida, PS5 y Xbox Series X costaron 499 euros mientras que Nintendo Switch se vendió por 329€), que a la larga se va abaratando, además de la tranquilidad de saber que no es necesario tener nociones de informática para jugar. El software de la máquina viene preinstalado y todo lo que habrá que hacer cada cierto tiempo será actualizarlo, acción que incluso se puede automatizar.
Entre una generación de consolas y otra suelen pasar unos siete años, una eternidad si hablamos de evolución de los componentes. Pero en la pasada generación se dio una situación nueva cuando tanto Sony como Microsoft lanzaron dos consolas más potentes a medio ciclo, allá entre 2017 y 2018. PlayStation 4 Pro y Xbox One X dieron un salto de calidad para permitir jugar en 4K en consola, una funcionalidad que ya era posible cuando tanto PS4 como Xbox One llegaron a las tiendas por primera vez… allá por 2013.
Las consolas siempre han sido sistemas cerrados. No se puede tocar ni la gráfica, ni la RAM, ni la tarjeta de red… y hasta hace nada tampoco se podía actualizar el disco duro (de hecho, la presencia de discos duros en consolas es relativamente reciente, desde la primera Xbox allá por 2001). La respuesta a esta pregunta es sencilla: si el fabricante controla el equipo y diseña el software alrededor de ese hardware, podrá exprimirlo mucho más que si se tratara de un equipo clónico. La filosofía no es exclusiva de las consolas, Apple es un buen ejemplo de esta práctica. Pero en los últimos años sí que hemos visto cierta relajación en este aspecto en un punto crucial, el disco duro. Permitir actualizarlo la da una posibilidad de mejora al usuario, que amplía el espacio que tiene para instalar juegos, y una fuente de ingresos extra al fabricante.
Como decíamos al principio, el catálogo era uno de los principales caballos de batalla a la hora de decidirse entre consolas u ordenadores personales. Aunque había excepciones, ambas plataformas no solían compartir la mayoría de sus lanzamientos, o al menos aquellos más sonados. Con los años, esa frontera se ha difuminado. Lo explica, en parte, el hecho de que las arquitecturas de las consolas son cada vez más parecidas a las de un PC, una decisión que se tomó con los años por puro sentido común: ayudaba a que los estudios no tuvieran que empezar a aprender de cero con cada máquina al inicio de una generación y abarataba los costes de I+D al no tener que desarrollar el hardware ex profeso para cada consola.
Hoy, un buen puñado de lanzamientos third-party aterrizan en consolas y PC e incluso los títulos exclusivos de consola empiezan a hacerlo en ambas plataformas. Los de Xbox ya lo hacen, a través de Game Pass, y Sony ha empezado a lanzar algunos exclusivos, como Horizon: Zero Dawn, God of War o Spider-Man, en Steam.
Ventajas de jugar en PC
Algunos jugadores de PC de toda la vida bromean con el término “master race” para referirse a la pureza de jugar en un sistema que es flexible, escalable y que permite mover los juegos más exigentes a la mayor de las resoluciones en cualquier momento, sin estar atados a los largos ciclos que existen entre cada generación de consolas.
Jugar en PC implica libertad. Libertad para elegir una placa base, un procesador, una gráfica, RAM, almacenamiento… y también libertad para cambiarlos y mejorarlos a lo largo del tiempo para estar siempre a la última. Pero esa libertad tiene algunos inconvenientes: es necesario tener una serie de conocimientos técnicos para poder actualizar un equipo (o presupuesto para pagar a un técnico para que lo haga) y una billetera lo suficientemente profunda como para afrontar estos desembolsos.
Si una consola de última generación cuesta algo menos de 500 euros hoy, un ordenador gaming a la última se puede ir fácilmente más allá de los mil euros, si a la torre le añadimos también un buen monitor y otros periféricos. Un ordenador es más caro y también va a requerir ciertos conocimientos previos para poder disfrutar de los juegos en esa máquina. Aunque Windows sea cada vez más sencillo (ni siquiera metemos Linux en esta ecuación), hay que saber cómo configurar el equipo para poder hacer frente a problemas que surgirán de vez en cuando: un driver que no funciona como debe, un periférico que el equipo no reconoce… Problemas que en una consola rara vez suceden.
Si nos ceñimos a los juegos, hay que volver a esgrimir la libertad de elección como un elemento clave del videojuego en PC. Ya que es en estos sistemas, que apenas se dejan ver en consolas, donde podremos añadir mods a una enorme mayoría de nuestros juegos preferidos. Los mods, o modificaciones hechas por aficionados, son archivos que añaden mejoras a un título. Piensa en un juego de fútbol: mientras en consola apenas puedes toquetear la información que ves en pantalla, en PC puedes editar las equipaciones, los nombres de los jugadores, sus estadísticas, los estadios, las competiciones… El límite lo marcan los creadores.
En cuestión de catálogo, cada vez hay más exclusivos de consola que dan el salto a PC aunque si tenemos que hablar de juegos concretos, es importante reseñar que el PC sigue siendo una plataforma que exprime muy bien ciertos géneros, como la estrategia ya sea por turnos o en tiempo real (y aquí podríamos entrar en el eterno debate sobre cómo se debe jugar un shooter en primera persona, pero lo dejaremos para otro post).
Conclusiones: ¿juego en consola o en PC?
Las preguntas complejas nunca tienen respuestas sencillas. Es más, la respuesta en muchas ocasiones va a venir determinada por la situación del jugador más sus gustos y preferencias. Si tu presupuesto es limitado, una consola te ofrece un rendimiento más que decente durante unos siete años, aunque la disfrutarás más cuanto antes te puedas hacer con ella. Por contra, un PC te permitirá estar siempre a la última si tu bolsillo te lo permite.
Una consola es una máquina ideal para ciertos géneros: juegos de lucha, de plataformas, shooters y juegos de acción en tercera persona. El hecho de estar conectada a una tele, que suele tener unas dimensiones mayores que el monitor del ordenador, también ayuda a decantarse por ella: no es lo mismo jugar en un panel de 65” que en uno de 27”. Tampoco hay que olvidar que una consola no exige prácticamente ningún conocimiento previo: basta con enchufar y jugar. El PC es más exigente en ese sentido aunque saber cómo exprimir un equipo te permitirá exprimirlo al máximo y estirar su vida útil.
Tampoco hay que desdeñar la aparición de formatos híbridos que aspiran a cambiar las reglas del juego. Nintendo Switch demostró que se podía jugar a juegos de consola sin necesidad de una televisión y la reciente Steam Deck ha igualado la apuesta en el ámbito del PC y en modo portátil, con el añadido de contar con todo el catálogo de títulos para PC que ofrece Steam.

Por último, en términos de catálogo la diferencia entre plataformas es cada vez más difusa. Podríamos decir que hay ciertos géneros más aptos para PC, como la estrategia, aunque la posibilidad de poder conectar periféricos a una consola también te permitirá disfrutarlos. Quizá el gran punto a favor del PC en ese punto sea la posibilidad de modear juegos para disfrutarlos como mejor te plazca.
En definitiva, no te vamos a decir qué plataforma es mejor porque… ninguna lo es. Cada plataforma tiene sus pros y sus contras y cada jugador tiene unas preferencias. La mejor manera de decantarse por una es estudiar cada una de cerca y ver cuál es la que se acerca más a aquello que buscamos, ya sea por precio, prestaciones, experiencia de uso o, lo más importante, los juegos que vayas a disfrutar.
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